Es una sensación inexplicable... campeón ¿cómo se escribe, o como se describe? No es sencillo, cuando se estuvo en la frontera de la gloria, y se regresó con las manos vacías.
La estrella parecía moverse años, se posó en el cielo del Capwell, pero no se dejó tocar... de ahí se marchó a Portoviejo, allí cayó cansada de huir de una hinchada que la había seguido por todos lados.
La estrella parecía moverse años, se posó en el cielo del Capwell, pero no se dejó tocar... de ahí se marchó a Portoviejo, allí cayó cansada de huir de una hinchada que la había seguido por todos lados.
La estrella se transformó en sonrisa, luego en una lágrima, en abrazos y festejos... se transformó en cantos y banderas que flameaban, que parecían parte de un cielo inusualmente azul, que daba la bienvenida al nuevo campeón. Era la once que se podía tocar, más brillante que nunca, era un collage de rostros desconocidos que nunca dejaron de creer. La once es el sentimiento de una hinchada, que aunque le quitaran todo, apoyaba a su equipo con su voz, con sus manos, con sus pies. Ya había pasado la época de las tristezas, era la hora del bombillo. Sus goles se escucharon en cada estadio del país, en cada cancha los jugadores dejaron ver que ellos tenían algo diferente. La ciudad se iluminó de un brillo azul distinto, el país se contagió del efecto "Emelec", era el momento de abrazar al amigo, al hermano, al padre, o de simplemente levantar los brazos al cielo; Emelec es campeón, sin atenuantes, sin excusas... fue el mejor de las dos etapas, fue el mejor incluso de los 5 años, pero por esas cosas de la vida se quedó sin el premio mayor.
Bombillo, mi viejo amigo, esperé once años para celebrar contigo, una vez más. Cada año se renovaba la esperanza, sin embargo, así lo quiso el destino... esta fue la hora, éste fue el lugar. No pudo ser mejor momento, no pudo ser mejor la hora. Fue un tiempo único, e irrepetible como cada campeonato; cada uno lo contará a su manera, como lo vivió, cada quien atesorará su propio recuerdo y lo guardará en un rinconcito del alma... ahí donde se guardan las cosas importantes, donde las reminiscencias nos ponen al borde de las sonrisas mojadas por una lágrima. Fueron 43 batallas donde hubo decepción, escepticismo, y también esperanza, alegría y optimismo. Fueron 43 batallas de nombres distintos, que se entregaron del todo por lograr el desafío. Fueron 43 batallas donde aprendí a amarte más bombillo.
Bombillo mi viejo amigo... otra vez es hora de celebrar contigo.
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