Primer refuerzo azul 2013 (un poco de lírica)

Por @caminantealfa 

La vida tiene esos momentos inolvidables, gloriosos, aquellos donde parece explotar el pecho de alegría; esos donde no se habla con la razón, sino con el corazón. También tiene de los otros, de esos donde sentimos el peso del mundo en nuestros hombros, donde parece que la gravedad es tan inmensa que no podemos despegarnos de la cama, esos instantes donde quisiéramos regresar el tiempo y, que la historia no hubiese sido de esa manera.

Este año los azules, vivimos el sabor de la gloria, confundido en ese grito rabioso y esas lagrimas que salían solas, cuando José Luis Quñónez marcó el 3-2 en Asunción. Antes lo habíamos sentido en ese gol de Gaibor frente a Flamengo, donde se conmocionó la ciudad por el terremoto del Capwell. Sentimos ese vértigo, y ese grito atorado en la garganta cuando Casio, portero del Corinthians (¿Quién creyera que el campeón del mundo vino a jugar al Capwell este año?), rechazaba cada pelota que llegaba al área. Nos sentimos caer en un abismo con cada gol de Corinthians en Brasil, y aún así, como dijo Tite, fuimos su rival más duro.
Hasta que sentimos nuestro corazón romperse como cristal en ese clásico del Capwell, cuando terminaba el partido; y la desilusión fue más profunda en el juego contra el Manta, sentimos esos cristales lacerando nuestra garganta, nuestras mismas entrañas. Le dijimos adiós a un guerrero y excapitán, que no dio la talla de técnico; aquel día los cantos del estadio sonaban agridulces, los pájaros se veían como en una tarde de lluvia, el cielo se veía más plomo que azul... Pero había una nueva etapa, había esperanzas.
Y empezó nuevamente el carnaval, el campeonato y la Sudamericana donde el bombillo brilló con fuerza, hasta ese día, lo recuerdo: El estadio parecía un rincón del infinito, habían galaxias, constelaciones y estrellas fugaces.... sin embargo, un gol de la U de Chile, nos trajo al suelo, la Sudamericana nos decía hasta luego en una noche triste que empezó con un dulce sabor.
Y vino ese último clásico en el Monumental, no importa que digan los Mayas, Nostradamus, o quien sea, aquél día vivimos el fin del mundo en carne propia. Nunca sentimos tan cerca la desolación, nunca sentimos tan distantes nuestros sueños. Nuestros ojos estában abiertos como platos, pero desaparecimos minutos, horas, días; vivimos en piloto automático y nos levantamos mucho después de ese trance.
Mantuvimos la esperanza a pesar de todo, con poca fuerza, a pesar de los tsunamis, de las avalanchas de los medios, esta hinchada fue sobreviviente. Sentimos morir de nuevo (como si no fuera poco morir una vez en el año), cuando se anunció al nuevo campeón. Y aún así, allí estuvo la hinchada, los otros equipos no se lo podían explicar... No podían creer que miles de personas se congregaran, a ver un grupo de fieles a los colores, pese a sus nefastas profecías. Sobrevivimos.
Sobrevivimos para cerrar la puerta del año, de manera agridulce, con una sonrisa y una lágrima, con el corazón dividido... no por el amor al club, sino por las emociones.
Y aquí estamos para escribir un nuevo capítulo, el 2013 que viene, si lloraste, si saltaste, si te quedaste sin voz sabes a que me refiero: Esta hinchada se merece una copa, la mejor contratación del bombillo, el jugador que siempre grita, el que se tira el equipo al hombro, el jugador que más aporta... que no cobra, el de todos los años, el que juega por la camiseta.
El bombillo renueva contrato contigo en 2013, borrón y cuenta nueva. Eres el principal refuerzo del año que viene, ya llega esa copa que todos queremos; nos esperan más emociones, buenos momentos, etc. No obstante por hoy, se cierra la puerta, se apagan las luces, quedan esas gradas y sillas vacías que te extrañarán y que echaremos de menos. Queda el Capwell como un caparazón vacío, porque tú eres su alma. Y en el 2013 nuevamente le darás vida.


El  iluminado  ha  hablado!!!